Restaurante La Cultural
Hightlight
- Aire acondicionado
- Wifi
Gastronomía, cultura y turismo son los tres pilares sobre los que se sustenta La Cultural de Úbeda, un ambicioso proyecto que abrió sus puertas el 14 de diciembre de 2021. Fue posible gracias a la apuesta decidida de un grupo de empresarios con una dilatada experiencia en diferentes sectores y tras dos años de intenso trabajo para adaptar el céntrico edificio a las necesidades de una iniciativa de esta envergadura.
La Cultural se encuentra en el corazón de Úbeda, ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad, y sus servicios están a la altura de lo que se espera de un establecimiento de referencia en un enclave con este reconocimiento internacional. Ocupa el inmueble que hasta hace unos años albergó la popular Casa de Cofradías, con acceso por la calle Muñoz Garnica. Un lugar con un patio central de columnas, cantina, planta baja y dos plantas más con distintas salas multiusos y comedores, cocina, terraza… Aunque, lo que le da un toque especial, único y genuino, es un coqueto teatro con escenario, platea inferior y palco de platea superior. Ese es el epicentro en torno al cual comenzó a tomar forma el proyecto y está pensado tanto para eventos como para citas culturales de todo tipo.
El edificio, reformado en el siglo XIX, albergó en los años cincuenta del pasado siglo a la Agrupación Artística y Cultural Ubetense, que trabajó entonces para promover el teatro y otras artes en la ciudad. Por este motivo, en aquel tiempo el espacio comenzó a ser conocido popularmente como La Cultural, nombre que décadas después rescataron los promotores de esta iniciativa empresarial a modo de declaración de intenciones.
Anexionaron además a las instalaciones dos locales colindantes, con sus correspondientes cantinas. El primero acoge el bar y el segundo un salón comedor con mesas y sillas, que también se distribuyen por el resto de espacios.
Como ventaja, este añadido aportó el acceso principal por la calle Real, una vía que en los últimos años ha adquirido un marcado carácter hostelero y en la que han proliferado numerosos bares, restaurantes y cafeterías, convirtiéndose en un gran punto de atracción turística porque, con su ambientada hilera de terrazas y veladores, sirve de puerta de entrada a la zona monumental.
Todo ello fue rehabilitado a través de unas importantes obras que se alargaron durante dos años y que adaptaron el edificio tanto a la normativa para este tipo de negocios como a los objetivos de sus responsables, quienes se propusieron dar forma a un lugar de encuentro donde desarrollar un proyecto de carácter gastronómico que incidiera en el ámbito turístico de la ciudad, organizando paralelamente actividades culturales.